Sí, lo había aprendido. Las decisiones se toman en unos segundos y se pagan el resto de la vida. Esta vez los reconocía: eran esos segundos y no volveria a equivocarse. Pero paro y miro a su alrededor. En aquella habitación ya no quedaba nada suyo, nada de lo que un dia fue. Habia permanecido impasible y callado esperando a que fuera demasiado tarde. Ahora no habia alli nada de él. Permaneció quieto, asimilando que los dichosos segundos habian pasado...
- Tengo que irme.